Ser y estar en el ecosistema digital

Silvia Albert

Dos informes muy recientes ponen de manifiesto dos principios que me parecen interesantes al tiempo que esperanzadores. Uno, la empresa sabe que tiene que digitalizarse y está en ello; y, dos, que los medios sociales son considerados no sólo ‘otro’ vehículo más de comunicación con los públicos sino un instrumento clave en la gestión de las organizaciones; nada de esto suena ya (del todo) a chino.

Ambos informes, profundos y bien armados, exponen una fotografía más o menos realista de la situación, aunque la realidad a veces, como en muchos otros casos de la vida, supera la ficción.

Los rápidos cambios, primero en las tecnologías, y posteriormente en los modelos de negocio, consecuencia de estas primeras, condiciona la relación con nuestros públicos objetivo.

Muchas veces me pregunto cómo se sentirían aquellos hombres y mujeres que se las tuvieron que ver de primeras con el teléfono, ese aparato endiablado que ha terminado convirtiéndose en nuestro compañero inseparable allá a dónde vayamos. Algo semejante estamos observando con los medios sociales en España.

¿Se imaginan a alguien poniéndose el teléfono en un pie para hablar? Aunque la pregunta pueda ser considerada un poco estúpida (lo es) me la permito para introducir un aspecto que nos llama poderosamente la atención y es la ignorancia de las reglas de juego de la sociedad digital en una especie de acomodaticio sistema de “uso los medios sociales según me parece a mí”.

Al grano. Según el I Estudio sobre social business en España, elaborado por Best Relations y Fonta, twitter se afianza en el mundo corporativo como la red social preferida por las empresas. Nos consta. Nuestro trabajo diario así lo constata. Sin embargo, nos sorprende ese, todavía enorme, abismo que separa a la empresa de las características propias de cada una de las redes sociales entendiendo que cada uno las usa según le viene en gana. Recientemente se celebró una jornada de debate entre un selecto grupo de expertos del sector salud. La condición: debía ser a puerta cerrada. Pero… y ahí está la clave, el debate se iba a tuitear. ¿Se puede nadar y guardar la ropa?

En este terreno, lo que sucedió no es un caso aislado. Tuits que tienen que pasar por 6 personas para validarse mientras se está cubriendo un acto; post que se recorre medio mundo en busca de los obstáculos de compliance; entradas en Facebook ñoñas y vacías para que nadie se sienta aludido… Este mismo informe apunta que, aunque la empresa conoce y entiende que hay detrás del concepto “Social Business” éste todavía no está totalmente implantado y hay cierta confusión respecto a sus funciones. Real como la vida misma.

El 92% de los encuestados en este mismo informe afirma que su empresa tiene un perfil corporativo. Pero tenerlo no significa estar gestionándolo de forma adecuada y, lo que es aún más llamativo, estar aunque no quiero estar. Una de las 3 hipótesis de este informe apunta que los directivos de nuestro país reconocen la importancia de las herramientas digitales, pero invierten muy poco en ellas principalmente por la falta de confianza en las mismas. Y yo añadiría ¿falta de confianza en las herramientas o en ellos mismos? Lo que no eres fuera del ecosistema digital tampoco lo serás dentro. Y viceversa.

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